Muévete por la EM

Tiende siempre hacia la altura

Elisabeth Kübler-Ross fue una psiquiatra suizo-estadounidense que describió a la perfección las fases por las que habitualmente, pasa una persona en un proceso de duelo.

Muchos asociamos la palabra duelo como el proceso por el que pasamos cuando fallece un ser cercano y querido.

Pero la RAE describe duelo como dolor, lástima, aflicción o sentimiento.
No especifica una causa. 

Cuando empieza la batalla contra la Esclerosis Múltiple, uno siente algo parecido, porque en un primer momento, se pierde la idea de un “Yo”, se pierde la confianza en un futuro ideal, se pierde la tranquilidad de que nada malo puede ocurrir.

Por lo que sí, existe una pérdida que hay que afrontar y que hay que ir aceptando poco a poco.

Negar una situación, el diagnóstico en este caso, ayuda a amortiguar el dolor y el miedo que provoca una noticia inesperada como es la fatídica frase: “Tienes Esclerosis Múltiple”.

Entonces, después de buscar una segunda y tercera opinión, después de leer acerca de la Esclerosis Múltiple y después de darnos cuenta de que sí, de que somos una de las 47.000 personas en España que tiene la enfermedad, nos enfadamos. Con nosotros mismos y con todo el mundo. Es rabia, dolor, ira. Y surgen millones de preguntas, de dudas, de inquietudes:  ¿por qué yo?, pero no encontramos respuesta. Por lo que nos enfadamos más.
Porque no es justo. Porque es difícil. Y porque no estábamos preparados.

Por eso, empezamos a buscar opciones, salidas, nuevos enfoques para encontrarnos mejor, y negociamos con la enfermedad para que nos moleste lo mínimo posible. Por favor.

Y llega un momento en que uno topa con la realidad, cree en lo que ha pasado y sobre todo, cree también en un futuro. Y nos deprimimos, porque todo se hace cuesta arriba. Vamos si cuesta.

Y en ese momento en el que las cosas parecen haber perdido sentido, en el que empezamos a avistar una recuperación, aparece la gran bifurcación, el gran dilema, el gran esfuerzo; mirar la cuesta desde abajo y quedarse paralizado, o empezar a poner un pie delante del otro e ir subiendo. Y en cada paso, una aceptación. En cada paso, un nuevo logro.

Aceptar la Esclerosis Múltiple pasa por sufrir las fases que uno vive cuando recibe un revés en la vida.

Y ya podemos estar en la primera fase, en la segunda o incluso no visualizar en qué momento nos encontramos.

Pero eso sí. No podemos perder nunca de vista esa cima al final de la cuesta. 
Porque ahí, después de nuestro esfuerzo por seguir avanzando, es donde residen esas pérdidas. Ese futuro con el que soñábamos y ese «Yo» que no encontrábamos. 

Por eso…
Reencuéntrate. 
Camina cuesta arriba. 
Tiende siempre hacia la altura. 

 

www.esclerosismultiple.com 

 

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