El 30 de mayo fue el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple.
Y no. No vamos a darle un aplauso a este día.
Después de ver el movimiento que se ha generado en la prensa, televisión y medios sociales con motivo de este día, sólo puedo pensar en una cosa; los que nos merecemos un aplauso somos nosotros.
Días como este nos abren los ojos frente a cómo están cambiando las cosas. La lucha contra la EM se está generalizando, y por todos es sabido que cuantos más espíritus guerreros haya, más fácil será ganar la batalla.
Famosos y no tan famosos, trabajadores, afectados, cuidadores y simplemente curiosos han entregado lo más preciado que hay hoy en día para hacer ruido; su tiempo. Y han gritado a la sociedad que hay que moverse por la Esclerosis Múltiple, que este movimiento YA es una realidad y que el camino se está llenando de gente.
Hemos conseguido transmitir que la Esclerosis Múltiple ya no es invisible, que las personas con EM tienen voz y lo mejor de todo; que hay mucho que decir.
Gracias a todas las personas que no se asustaron con el diagnóstico. A todos los amigos que intentan arrancar una sonrisa en los momentos difíciles. Gracias a la familia que sufre, anima, protege y deja hacer, todo al mismo tiempo. A la pareja incondicional que se vuelve parte de este movimiento, que comparte las preocupaciones y las alegrías, sin importar el qué pasará, ni el qué dirán.
Gracias a todas las personas que tienen fe en aunar las voces.
A todos aquellos que confían en que juntos, podemos dar un paso más.
Gracias a las fundaciones y asociaciones de Esclerosis Múltiple que aglutinan este movimiento, que caminan en una dirección y que luchan día a día por que esto vaya adelante.
Sin duda todo esto, se merece un aplauso.
Hoy estamos un poco más cerca. Hoy somos un poco más fuertes.
Hoy, tenemos algo en que creer.