Muévete por la EM

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

No nos cansamos de escuchar que vivimos inmersos en la sociedad del consumo, del “fast food”, del “fast todo”.

Parece que todo cambia a una velocidad pasmosa e incontrolable, y que lo que hoy era sorprendentemente nuevo, mañana queda, sin poder remediarlo, obsoleto.
Y es que es difícil saber de dónde sale el tiempo para tanto cambio cuando la sensación general es que falta tiempo para todo.

Y parece que, precisamente, lo único para lo que falta tiempo es para nosotros mismos.

Tenemos tiempo para trabajar, o para buscar trabajo, tiempo para escuchar a aquel amigo que lo necesita, tiempo para la familia y tiempo para cuidar de los nuestros.

Pero termina el día y, al recapitular, nos ronda la sensación de que ha pasado un día más, y es difícil detectar dónde se esconde el sentido de lo que hemos hecho o dejado de hacer. Es algo así como que una inercia robótica nos controla.
Despertarse, desayunar, trabajar, producir, descansar.
Y la rueda se repite mañana. Y pasado mañana. Y el otro. 

Pero dicen que el tiempo es oro.

Si somos capaces de invertir ese tiempo en nuestra mejor apuesta, de aprovecharlo, de saborearlo de tal forma que todo nos alimente de otra manera, el tiempo se convierte en lo más valioso que tenemos.

Es mejor vivir un minuto intensamente, que cien horas sin sentido.

Y es que no es lo mismo tomar un café por la mañana porque “siempre lo hago así”, que tomar un café por la mañana porque “me encanta”.
No es lo mismo ir a trabajar porque “tengo que ir”, que ir porque «hoy quiero hacer un buen trabajo”.
Ni es lo mismo dar un beso de buenos días porque “cada día lo hago”, que dar un beso de buenos días porque “gracias a ti, hoy de verdad será un buen día”.

Todo depende de cómo lo miremos, de cómo lo hagamos, de cómo lo enfoquemos.

Y si algo no encaja, si algo sigue insulso…
Siempre nos queda la posibilidad de echarle un pellizco de sal. 

 Y tú…¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?


Múevete por la Esclerosis Múltiple.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *